Entiendo que si quieres un trabajo bien hecho, debes hacerlo tú mismo, sin perjuicio de tener unos empleados eficaces que desempeñan funciones de todo tipo, para una correcta tramitación y seguimiento de los procedimientos.

Mi filosofía es descargar de trabajo al letrado, informándole exhaustivamente del estado de los procedimientos, con un trato personalizado y tomando parte activa en el desarrollo de los expedientes, redactando demandas, manejando jurisprudencia, elaborando recursos, y todo tipo de escritos, además de llevar el seguimiento, control e impulso procesal que corresponda.

En mi despacho trabajan tres personas como oficiales habilitados y disponemos de todos los medios materiales, telemáticos e informáticos necesarios para el desempeño de la profesión.

Conozco por sus nombres a prácticamente todos los funcionarios y creo que el mayor activo de un procurador es, no sólo hacer un trabajo rápido e impecable en el despacho, sino en saber moverse y relacionarse en el Juzgado, resolviendo las gestiones en el mismo día, y en primera persona, sin delegar en otras personas habilitadas y eso es únicamente posible (al menos en mi caso) abarcando menos terreno.